El sueño en la adolescencia sigue siendo una actividad biológica primordial, esto no significa que sea menos que en etapas posteriores, pero durante el descanso nocturno ocurre un fenómeno fisiológico decisivo en la maduración humana: la liberación de la hormona del crecimiento.
Además, la pubertad, etapa sujeta a una incesante sucesión de cambios físicos, que transforman el cuerpo de la niñez a la adultez, necesita de las bondades que proporciona el sueño, ya que durante el mismo se produce la regeneración celular y en definitiva tiene lugar una importante función restauradora del organismo.
Por otro lado existen evidencias de que dormir facilita la fijación de los contenidos en la memoria a largo plazo y por consiguiente es una actividad facilitadora del aprendizaje. Cuanto más descansados estamos, más motivados nos sentimos, la autoestima y la creatividad aumentan, y nos desenvolvemos mejor en la vida cotidiana.
Existe una alta incidencia en la población de adolescentes que experimentan cansancio diurno, falta de concentración, irritabilidad etc. ¿Provocan los cambios de la edad más necesidad de sueño? ¿O por el contrario se trata de una falta de adaptación a las nuevas y menores demandas del organismo provocadas por el crecimiento? No parece ser así, además en períodos libres de rutinas un adolescente duerme una media superior de tiempo que en los días laborables.
La clave está en la dinámica que se va adquiriendo en la pubertad temprana, la incipiente maduración propicia la autonomía de los jóvenes y esto hace que decidan prolongar las actividades hasta largas horas de la madrugada, desechando los requerimientos y consejos adultos: ver la tv, estar conectados al pc, videojuegos, adoptar horas de estudio inadecuadas etc.
Cuando llega la hora de despertarse temprano, la somnolencia y el cansancio están presentes inevitablemente y hay algo más, se intenta suplir la falta de sueño compensándolo en el fin de semana, lo que hace que finalmente cuando llega de nuevo el lunes no se tenga sueño a la hora de ir a la cama, llegando a un punto que el propio reloj biológico se descontrola.
Debemos esforzarnos más que nunca en esta larga etapa en concienciar a los más jóvenes que descansar por la noche no es secundario, ni se debe sustituir por otras actividades, por lo que se debe trabajar con ellos en la higiene del sueño, siguiendo unas pautas que se recomiendan como normal general para tener un descanso adecuado:
• Equipo de descanso: En las etapas de crecimiento, el equipo de descanso es una pieza fundamental para contribuir al desarrollo saludable. Un colchón de firmeza media, que aporte la temperatura adecuada durante el sueño y adaptable son las condiciones básicas que debe reunir un equipo de descanso.
• Abandonar actividades estimulantes al menos dos horas antes de ir a dormir: una sobre estimulación en el último cuarto del día, hace que nuestro cerebro experimente un nivel de activación no apto para el sueño.
• Controlar las horas de sueño extra los fines de semanas
• Evitar la ingesta de cafeína por la tarde: hay que limitar la ingesta de cafeína después de comer.
Via salud.ideal.es/
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