Cuando nos compramos una casa o alquilamos una habitación, una de las primeras cosas en las que nos fijamos es en que los dormitorios sean más o menos amplios, que dispongan de un buen armario y de una ventana que permita la ventilación y entrada de luz natural; y de una puerta que, al cerrarse, nos aísle del resto de ruidos de la casa. ¡Ah, y que no tengan moqueta, ya que pueden provocar alergias!
Pero, aunque importantes, todos estos aspectos no son capaces de garantizar un descanso reparador. Los colores ejercen una importante influencia sobre la salud de las personas, de la que no solemos ser conscientes, al igual que el mobiliario, las luces o el colchón.
El color de las paredes
Algunos colores proporcionan sensación de paz y tranquilidad, pero es bueno que sepáis que el azul tiende más a relajar, el verde a proporcionar equilibrio y el violeta a crear confort, lo que los convierte en los candidatos ideales para pintar con ellos las paredes de nuestros dormitorios.
No todas las paredes de la estancia deben ir pintadas del mismo color. Pintar la pared donde apoya la cabecera de la cama de otro color, que contraste bien con colores neutros como el blanco, el beige o el gris, además de reforzar el efecto de los demás tonos de la habitación, puede hacer las veces de cabecero.
Para dormir bien, también hay que tener en cuenta la disposición de la cama. Siempre que nos sea posible, hemos de procurar que el cabecero de nuestra cama esté orientado hacia el norte.
Vestir la cama
El colchón de la cama es donde vamos a pasar más horas a lo largo del día por eso es importante que sea cómodo y saludable. Al ser una inversión a medio plazo (los colchones suelen durar de media unos diez años) es mejor no escatimar. Ya sabéis, ¡a veces lo barato sale caro! Para protegerlo del polvo y de los ácaros debemos resguardarlo con una funda lavable. Los expertos recomiendan dar la vuelta al colchón cada seis meses.
Para vestir la cama lo mejor son unas buenas sábanas bajeras que no se arruguen y que se ajusten al colchón como si fuesen una segunda piel, y un práctico edredón nórdico, para experimentar dos deliciosas sensaciones: la primera, la de dormir calentitos sin el peso de mantas y colchas; la segunda, la de poder hacer la cama en un abrir y cerrar de ojos.
En lo relacionado con las mesillas de noche, nada obliga a que sean iguales y simétricas. La idea de combinar una buena mesa con cajones, donde poder dejar los objetos que nos quitamos para dormir, con otro tipo de mesilla más cozy podría resultar de lo más interesante.
Orden y equilibrio
Para poder descansar bien es importante que en el dormitorio reine un cierto orden y equilibrio, y no llenar la habitación con librerías atestadas de adornos, cómodas, butacas, cuadros, etc. El arquitecto Mies Van der Rohe no se cansaba nunca de repetir que “¡menos es más!“.
También es muy importante no colocar en el dormitorio, en la medida de lo posible y siempre que el espacio lo permita, objetos que generen intranquilidad o que nos recuerden el cansancio o el trabajo como ordenadores, aparatos de gimnasia o televisores.
Finalmente, aunque no por ello menos importante, los expertos aconsejan colocar frente al cabecero una imagen placentera, ya que será lo último que veamos antes de apagar la luz. ¡Feliz descanso!
Via vitonica.com
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