Dificultad para el descanso nocturno

miércoles, 19 de marzo de 2014

El cuerpo, sin sueño, no es capaz de resistir mucho tiempo, y es que dormir bien es esencial para la salud completa del organismo. Después de tres días de haber dormido mal sentimos irritabilidad, desorientación y en algunos casos alucinaciones y desarreglos de movilidad.

Dificultad para conciliar el sueño

Todo empieza bien, pero al cabo de un rato comenzamos a dar vueltas y vueltas de un lado a otro de la cama, sin llegar a dormirnos. Y como sabemos lo que nos ocurre, empezamos a dilatar, y cada vez con más frecuencia, la hora de irnos a dormir.

La explicación: somos ansiosos, y por eso, incluso de manera inconsciente, evitamos el sueño. Sin saberlo, nos condicionamos negativamente, persuadidos de que no nos vamos a dormir.

Algún consejo: evitar los excitantes (café, té, vitamina C) por la tarde, y las actividades físicas o intelectuales (deporte, televisión, formularios) antes de meternos en la cama.

No es bueno acostarse demasiado pronto, ni tampoco dejar pasar la hora en la que el sueño nos sobreviene.

En la cama debemos relajarnos, respirando con calma, haciendo el vacío mental. Quizás un especialista pueda ayudarnos, enseñándonos unas cuantas técnicas de relajación, una vez que estamos en la cama.

Guardar el ritmo

Cuando éramos más jóvenes, daba igual la hora a la que nos íbamos a la cama. Bastaba que nos metiéramos en la cama para que cayéramos en un sueño profundo, y que tras unas cuantas horas de descanso nos levantáramos en plena forma.

Sin embargo, con la edad, la irregularidad del descanso nocturno se paga cara, y las horas que no hayamos dormidos durante el fin de semana, se arrastran durante el resto de los días.

Desde aquí aconsejamos que pongamos algo de orden a nuestro ritmo de descanso: levantarnos siempre a la misma hora, independientemente de la hora de irnos a la cama, y así regularizar los ciclos naturales del sueño.

Evitar levantarnos a media mañana: este ritmo provoca un desfase considerable en el organismo, y paradójicamente produce más cansancio.
Demasiado madrugador

Para dormirnos no tenemos problemas, pero por el contrario nos despertamos muy temprano. Entonces, al día siguiente nos acostamos dos horas más tarde, y volvemos a desequilibrar el ritmo natural del descanso.

La explicación: esto es algo más frecuente que lo que nos imaginamos, y normalmente este tipo de insomnio indica que estamos gestando una depresión.

Algún consejo: Si esto nos ocurre debemos acudir al psiquiatra, puesto que de lo que se trata es de evitar que nos sobrevenga una depresión, y que se reestablezca nuestro ciclo natural de descanso nocturno.

Via puntofape.com

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