A medida que nos hacemos mayores, aún estando saludables, el dormir se convierte en algo más frágil. Parece más complicado tener un sueño continuo y reparador. Las personas mayores suelen tener problemas para conciliar el sueño y se despiertan varias veces durante la noche. El sueño se hace más liviano.
¿Cuáles son las fases del sueño?
El proceso de dormir se caracteriza por diferentes fases:
Fase I. Se produce el inicio del sueño, el paso de la vigilia al sueño. La actividad cerebral es menor y es la parte del sueño más ligera (si despertamos a alguien en esta fase nos dirá que no estaba dormido).
Fase II. Es el sueño real. Si despertamos a una persona en esta fase reconocerá que estaba dormido pero no podrá decirnos si estaba soñando. Muchas personas con trastornos del sueño alternan esta fase con la vigilia.
Fase III. Es la fase de transición hacia el sueño profundo.
Fase IV. En esta fase de sueño profundo es frecuente que cueste mucho despertarnos y no suelen producirse sueños.
Fase REM (Movimientos oculares rápidos). En esta fase el cerebro está muy activo y es cuando se producen los sueños.
¿Cómo cambia el sueño en la vejez?
El sueño en las personas mayores cambia significativamente con respecto al de los jóvenes. Cambia según la edad y la actividad de cada uno.
Las causas más frecuentes de los problemas de sueño son la vida sedentaria, disminución de la actividad y las responsabilidades, las enfermedades físicas productoras de dolor, efectos secundarios de diversos medicamentos, mayores preocupaciones (relacionadas con la salud, la situación financiera, la familia…), problemas emocionales (depresión, ansiedad, estrés…).
Como consecuencia de estas circunstancias, disminuye el sueño profundo, aumentando el sueño ligero. Así pues, se incrementan los despertares nocturnos, la dificultad para volver a conciliar el sueño y los despertares tempranos. Y esto, sin duda empeora la calidad del sueño.
¿Qué hábitos son positivos para prevenir alteraciones del sueño?
Existen una serie de hábitos que nos pueden proteger de sufrir alteraciones del sueño y nos aportan una alta calidad en el dormir.
Acostarse sólo cuando se tenga mucho sueño.
Intentar levantarse y acostarse a la misma hora.
Hacer siesta a la misma hora.
Hacer ejercicio físico.
Evitar la cafeína (café, té, chocolate, bebidas de cola) unas seis horas antes de acostarse.
Mantener un horario de actividades ordenado, por ejemplo tomar la medicación a la misma hora.
Realizar ejercicios relajantes antes de dormir (leer 10 o 15 minutos, cena ligera, baño o ducha caliente…).
Via blog.mimohogar.es
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