¿No puede dormir? Sucede a menudo. Una cena algo más cargada de lo habitual, te has pasado varios minutos pegados a la pantalla del móvil viendo Twitter, o mirando al ordenador trabajando o viendo una película y después, no paras de dar vueltas en la cama.
Y nos lo preguntamos esa noche. ¿Por qué me cuesta tanto dormir? Y nos lo recuerda el cansancio con el que nos despertamos al día siguiente... Son varias las razones que contribuyen a crear el trastorno del sueño, y en verano, el problema se vuelve peor.
El primer enemigo del sueño es el estrés. Nuestro ritmo de vida que en ocasiones hace que no dejemos de pensar en qué tenemos que hacer al día siguiente, puede provocar que, al llegar cansados a la cama físicamente, nuestra mente siga pensando que le quedan tareas por hacer y tarde en entrar en stand by para dormir. El uso de aparatos electrónicos tampoco contribuye a esto. El móvil, la tablet o el televisor emiten luz y sonido que mantienen activo el cerebro, y aunque pensemos que una peli puede ayudar a relajarnos antes de dormir, no es así. También está el hecho de que se nos puede ir la mano tras dormir mal una noche, y alargar la siesta dos horas. Resultado, esa noche volveremos a tardar en dormirnos.
Lo mejor es acostumbrar al cuerpo a un horario habitual de sueño. Pero, si a pesar de esto, seguimos sin conciliar el sueño, ¿cuál es el problema? Las altas temperaturas que han derretido el cableado del tranvía de Jaén también tenían que acompañarnos por la noche. Un amigo mío debatía si era mejor el peor frío posible o el peor calor imaginable. Con el frío, te pones ropa y listo. Con el calor, llega un punto que más ropa no te puedes quitar —a no ser que te arranques la piel—. Y aunque se puede dormir sin ropa, a veces eso no basta. La mayor parte de la población padece algún tipo de alteración del sueño a lo largo del periodo de verano, hecho que se manifiesta en menor medida a lo largo del año, pero que se acentúa debido al incremento de las temperaturas y al aumento de las horas de luz.
Los cambios de temperatura, al igual que la alimentación, juegan un papel fundamental dentro de la regulación del sueño. A la hora de irse a dormir, es necesario regular la temperatura de la habitación, especialmente si esta dispone de aire acondicionado. Explica el doctor David Curto, jefe de gestión asistencial de Sanitas Residencial: “Las variaciones repentinas de temperatura pueden dar lugar a sueño fragmentado, el cual no solo es molesto, sino que interrumpe la sensación de descanso”. “Las prendas ligeras, las comidas poco abundantes y consumir bebidas frías antes de dormir son algunas de las medidas que ayudan a prevenir trastornos del sueño, ya que, entre otras cosas, favorecen la regulación de la temperatura corporal”, concluye el doctor Custo.
Las consecuencias derivadas de los trastornos del sueño abarcan problemas leves como el agotamiento, pero pueden evolucionar en otros más graves como los episodios de somnolencia (propios en los más pequeños y mayores), que pueden ocasionar dolores de cabeza o fatiga. Y haciendo referencia a lo que les decía ayer del deporte, para evitar los trastornos relacionados con el sueño es esencial, además de mantener los horarios y cuidar la alimentación, si es posible, realizar ejercicio al menos unos 20 minutos al día. Una cantidad moderada de ejercicio al día favorece el sueño. Y si con eso no basta, les diré otra solución: si en el plazo de media hora tras haberse metido en la cama no se ha dormido, no se quede dentro, levántese, y realice una actividad productiva o relajante como leer. Puestos a no dormir, aprovechemos el tiempo.
Via diariojaen.es
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