La cantidad de sueño de ondas lentas de un chico adolescente puede predecir si se está en riesgo de resistencia a la insulina y otros problemas de salud, según afirma Jordan Gaines, investigador de neurociencia de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State), en Estados Unidos.
Los chicos que experimentan un mayor descenso en el sueño de onda lenta cuando son adolescentes presentan una probabilidad significativamente mayor de desarrollar resistencia a la insulina que los que mantienen más de cerca su sueño de ondas lentas a medida que se hacen mayores. También están en mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, aumento de la grasa visceral y alteración de la atención.
El sueño de ondas lentas (SWS, por sus siglas en inglés) es una etapa importante del sueño que está implicada en la consolidación de la memoria y la recuperación después de la privación del sueño, y también se asocia con reducción de cortisol y la inflamación.
Aunque la investigación anterior ha demostrado que el SWS disminuye a medida que una persona envejece, hay pocos análisis que se hayan centrado en las posibles consecuencias físicas o neurocognitivas de la pérdida de SWS, según explicará Gaines este sábado en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés).
"En una noche después de la privación del sueño, vamos a tener mucho más sueño de onda lenta para compensar la pérdida --apunta Gaines, estudiante de doctorado en Neurociencia de la Facultad de Medicina--. También sabemos que perdemos el sueño de onda lenta más rápidamente durante la adolescencia temprana. Dado el papel reparador del sueño de ondas lentas, no nos sorprendió descubrir los procesos metabólicos y cognitivos que se vieron afectados durante este periodo de desarrollo".
Gaines analizó los resultados recogidos a través de una cohorte infantil de Penn State con el fin de estudiar los efectos a largo plazo de la pérdida del SWS desde la infancia hasta la adolescencia. La cohorte incluyó a 700 niños de la población general de Pennsylvania central, con edades de 5 a 12 años. Ocho años más tarde, 421 participantes fueron seguidos durante la adolescencia, con un 53,9 por ciento de ellos hombres.
Los participantes estuvieron una noche tanto al inicio del estudio como durante el seguimiento siendo monitorizados por los investigadores durante nueve horas. En la cita de seguimiento, se midió la grasa corporal de los participantes y la resistencia a la insulina, y también se sometieron a pruebas neurocognitivas.
Gaines encontró que en los varones, una mayor pérdida de SWS entre la infancia y la adolescencia se vinculó significativamente con resistencia a la insulina, y esta pérdida se asoció marginalmente con aumento de la grasa del vientre y disminución de la atención. Sin embargo, Gaines no encontró ninguna asociación entre SWS y resistencia a la insulina, salud física o función cerebral en las chicas.
Es importante destacar que la duración del sueño de los participantes no se redujo significativamente con la edad, lo que sugiere que los efectos observados se deben a una pérdida de esta etapa "más profunda" de sueño, según el investigador. "Se necesitan más estudios longitudinales para replicar estos resultados, especialmente en otros grupos de edad", reconoce Gaines.
Via infosalus.com
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