Defensores abogan por el fortalecimiento del vínculo afectivo, expertos prefieren la seguridad.
Algunos padres deciden, de manera voluntaria, compartir su cama con sus hijos a la hora de dormir. A esto se le conoce como colecho. Las causas son muchas, pero en general los padres lo deciden como una práctica de crianza.
Es un tema que ha trascendido a lo largo de los años. A finales del siglo XX se planteó como una tendencia de crianza relacionada con el instinto de los humanos, basada en la teoría de una conducta natural, propia de los mamíferos. Los padres, entonces, lo hacen porque quieren permanecer más tiempo con sus niños, fortalecer el vínculo afectivo, y lograr seguridad y autonomía en sus pequeños.
Por otro lado, otra de las causas del hábito es la presión que los niños ejercen sobre sus padres. El grupo de Puericultura de la Universidad de Antioquia hizo un análisis del tema, en el que citan que “el 30 por ciento de los niños empieza su noche en su cama; de estos, el 70 por ciento amanece con los padres. En muchas publicaciones se afirma que la mayoría de los colechos es reactiva, ocasionada por trastornos del sueño, consecuencia de la falta de armonización de las necesidades del niño y de una madre que tiene su maternidad enormemente dificultada por exigencias sociales y legales”.
Ahora, cabe anotar que el colecho es una manera de crianza y que gira alrededor de un debate interminable.
En la cama
Las personas que están a favor indican que el colecho es una práctica con muchos beneficios, siempre y cuando se tenga una superficie segura para dormir. “La separación de la madre en los primeros años genera un aumento de estrés en el niño, que dispara su producción de hormonas y actividad cerebral, que puede ser similar a la producida durante el dolor”, indican la ginecóloga Ana Lucía Ruiz Cabrera, especialista en lactancia materna, y Valeria Calderón Bogoslavsy, educadora perinatal, prenatal y posnatal certificada.
Otras razones por las que defienden la práctica son que, según ellas, favorece el apego y la confianza, así como promueve la lactancia materna, pues es más cómodo para mamá y bebé dormir juntos, teniendo en cuenta temas como el frío, el hambre, la seguridad, la compañía y el amamantamiento frecuente. Para la lactancia, por ejemplo, dicen que como la leche materna tiene una alta digestibilidad, los niños requieren sesiones de alimentación más seguidas que los que no lactan de manera exclusiva. Al tener despertares frecuentes durante la noche, el hecho de estar cerca de mamá hace que el niño pueda tener acceso no restringido al pecho y, por ende, a la alimentación, mientras la madre puede descansar y dormir con menos interrupciones.
También indican que existen estudios científicos que respaldan que el cohecho aumenta la posibilidad de que los niños crezcan sanos y tranquilos. “Antropológicamente, el niño pequeño requiere del contacto físico con su madre para sentir seguridad; el niño pequeño no tiene por qué saber ni entender que, aunque mamá no esté cerca, eso no significa que lo haya abandonado. Un niño que duerme con su madre durante la primera infancia es un niño más seguro porque nunca ha sentido abandono”, indican.
Incluso, esta postura afirma que aunque los niños que duermen con sus padres pueden verse más apegados y consentidos, al crecer son más independientes y seguros. Y, aunque algunos expertos indican que el colecho es un hábito inseguro, por los riesgos que pueden correr los niños, las especialistas indican que hoy en día existen lineamientos aceptados internacionalmente para su práctica segura.
Fuente abcdelbebe.com
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