Sueño y vejez: cambios en la arquitectura del sueño explican que en la vejez aumenta el tiempo de sueño ligero, es más difícil conciliar el sueño y mantenerlo. Aunque las horas de descanso seguimos necesitándolas igual.
Muchos creen que las personas mayores necesitan dormir menos. De pequeños era muy placentero que nuestra abuela madrugase y que cuando hubiéramos terminado de remolonear, la leche caliente y las tostadas con mantequilla estuviesen.
Pero los acontecimientos cotidianos esconden mecanismos que desconocemos, la ciencia se dedica a esclarecer estos mecanismos y la ciencia sabe que un anciano no necesita dormir menos que un niño: ¿qué es entonces lo que sucede con nuestro sueño al envejecer? Esa es la pregunta que hoy quiero intentar contestarte.
Cambios en la arquitectura del sueño.
Lo que sucede después que nos vamos a la cama, cerramos los ojos y casi dejamos de ser las personas agobiadas que éramos durante el día, no es un hecho caótico, sino que sigue determinadas reglas y se estructura a partir de diferentes fases. Esto es, a menudo, denominado como arquitectura del sueño.
La arquitectura del sueño va sufriendo graduales modificaciones a lo largo de la vida. En sentido general, está compuesta por cuatro fases. Las primeras constituyen el sueño más ligero, mientras la última de ellas es la que corresponde a estar rendido como una piedra. Estas fases alternan también con periodos que son denominados como sueño REM o de movimientos oculares rápidos. Básicamente es el momento en el que soñamos, es decir, cuando por nuestra imaginación pasan ese montón de cosas raras que al otro día solo recordaremos brevemente y que a veces comentaremos asombrados con nuestra pareja o amigos.
Los adultos mayores pasan más tiempo en las fases ligeras del sueño, lo cual hace que el descanso sea menos profundo y que a menudo se despierten durante la noche. A medida que se avanza en edad puede que incluso desaparezca la fase más profunda. Esto no quiere decir que los ancianos tengan menos necesidad de descanso, sino que tienen más dificultades para dormirse y permanecer en tal estado. Así, tal vez, deberían dedicar más horas para quedar por completo repuestos.
Alguna causas, incluyendo los ritmos circadianos.
El sueño es una función del sistema nervioso, por ello es fácil deducir que las modificaciones en su funcionamiento están en parte causadas por el envejecimiento de nuestro cerebro. Este ha perdido neuronas y ha sido erosionado por nuestra vida cotidiana de la misma manera que el agua de los ríos desgatas las rocas a su paso. Pero, además, es importante tener en cuenta los cambios que ocurren en el ritmo circadiano.
El ritmo circadiano es la forma particular que tiene nuestro organismo de medir el paso del tiempo. Para ello usa informaciones del ambiente externo (grado de claridad, temperatura, etc.) y sincroniza con ello las diversas funciones internas.
Una de las funciones del ritmo circadiano es regular los ciclos de sueño y vigilia. Este ritmo se altera con la edad debido a diversas razones que van desde la disminución en la secreción de algunas sustancias particulares, hasta dificultades que se instauran con la edad en los sistemas de recepción de estímulos externos (problemas de visión etc.). Una vez alterado esta suerte de reloj biológico, las consecuencias en las funciones que regula, como el sueño, serán inevitables.
Otros problemas comunes.
Además de estos cambios más generales es probable que surjan otros problemas más específicos como el insomnio y la apnea del sueño.
Al insomnio no creo que haga falta presentarlo. Ese molesto señor es un viejo conocido de casi todos los que hemos tenido que soportar su compañía alguna vez, y no creo que nadie se haya librado. La apnea del sueño, por su parte, consiste en detenciones bruscas de la respiración que te hacen despertar durante la noche. El insomnio, además de la angustia de no poder dormir, aumentará la somnolencia durante el día y te ocasionará problemas de atención, memoria y es un riesgo incluso de ser víctima de diversos accidentes. Mientras, la apnea del sueño pude conducir tanto a dolores de cabeza como a problemas pulmonares y en la tensión arterial. Son dos problemas que debes tomar seriamente y visitar a un profesional en cuanto tengas las primeras señales de que están ocurriendo. No dudes en pedir ayuda. Dormir no es un lujo, sino una necesidad y debes luchar por satisfacerla de modo adecuado.
Via 2ti.es
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