Si dormir fuera considerado un hobby, muchos (incluido el que escribe) lo tendríamos en nuestra lista, ¡sobre todo viviendo en España, país inventor de la siesta! Pero hoy hablaremos de este mito de las 8 horas, que nos han hecho creer a fuerza de repetirlo una y otra vez sin saber que hay investigaciones que se remontan a 1913 que desmontan tal falacia.
Según los expertos, entre 5 y 7 horas son más que suficientes para “recargar las pilas”, y además también cabe decir que el único que necesita descanso como tal no es nuestro cuerpo, sino nuestro cerebro.
Aunque existen creencias que cuentan que no dormir suficientes horas provoca problemas de hipertensión sanguínea, diabetes o incluso obesidad, un grupo de investigadores de California ya desmintió este mito en el año 1913.
Hace poco (en el año 2008), el periódico británico online, Daily Mail, retomó las propuestas de estos investigadores y ha desvelado que las personas adultas requieren entre 5 y 7 horas de sueño para descansar sin problemas (es decir, nadie acabará enfermo por no llegar a las 8 horas diarias, sino algunos ya estaríamos en el otro barrio).
Como muchos ya sabréis, nuestro cerebro consume hasta el 20% de la energía que consumimos, pese a ser solo un 2% de nuestra masa corporal. Uno de los primeros bulos que desmontaron los científicos fue que el cuerpo, a nivel físico, no necesita esas horas de descanso. El que necesita descansar es nuestro cerebro, el cual sigue consumiendo gran cantidad de energía mientras dormimos.
Podemos hablar específicamente de tres zonas cerebrales. Según el estudio, las tres partes del cerebro diversifican sus funciones. La zona media cerebral y el rombencéfalo se encargan del control de las actividades motoras (respirar, mantener la circulación sanguínea y mantener los latidos del corazón). El córtex, que controla las capacidades de pensar, del habla, la memoria y la concentración, necesita más tiempo para desconectar y descansar.
Sin estas funciones parece que nuestra cabeza podría llegar a deteriorarse de forma muy rápida. Si nos falta una noche de sueño, la presión cerebral nos hace más sensibles e irritables a las sensaciones externas (de ahí el mal humor que todos hemos experimentado alguna vez en nuestra vida después de una mala noche de poco sueño).
Como conclusión y curiosidad, en 1966 un estudiante de 17 años, llamado Randy Gardner, se sometió a una prueba (de “aguante”, digamos) donde estuvo hasta once días sin dormir. A los cuatro días empezó a tener alucinaciones y a no percibir correctamente las cosas que ocurrían a su alrededor. La parte del córtex que controla la percepción visual (situada en el lóbulo occipital, como ya os expliqué aquí), se vio afectada, dando lugar a varios accidentes domésticos de este joven en su casa.
Además, los científicos han desmentido también que el insomnio pueda solucionarse con drogas o infusiones varias, ya que no es un problema psicológico, sino que su causa primaria es el estrés. Solucionando este estrés, el insomnio desaparecerá. Por tanto, para dormir bien, hay que vivir tranquilos (aunque esto último cueste un poco).
Vía: .medciencia.com
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