Imagínate este escenario: es después del almuerzo… de repente, los párpados te pesan cientos de kilos. Te quedas viendo la pantalla del computador pero no logras enfocarte en nada y tienes que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener la cabeza erguida…
Mejor no resistas la tentación! Dormir una siesta te puede ayudar a refrescar y re-enfocar tu mente y por tanto, a ser más productivo.
Por desgracia, en nuestra cultura, adicta al trabajo, la siesta es a menudo mal vista: "eso es para las personas perezosas y poco ambiciosas". O para los jubilados, que tienen un montón de tiempo en sus manos. El hombre que se queda dormido en su escritorio, en el trabajo, es motivo de burlas. Y cuando nos pasa a nosotros, nos sentimos culpables.
Pero en realidad, el estigma de la siesta está muy fuera de lugar. Las siestas pueden ser una de las herramientas más poderosas para el mejoramiento personal, ya que pueden aumentar no sólo nuestra salud y bienestar, sino la inteligencia y la productividad y esto es algo que grandes hombres han sabido aprovechar desde hace mucho tiempo. La historia está llena de líderes, tales como Edison, Kennedy, Churchill y Napoleón, quienes eran fanáticos "dormidores de siestas".
Los gatos saben algo que nosotros no sabemos
Los seres humanos son uno de los pocos animales que duermen todas sus horas de un solo tiro. El resto del reino animal se compone de durmientes polifásicos; alternan ciclos de vigilia y sueño durante un periodo de 24 horas. Los hombres de las cavernas probablemente dormía en varias fases también -era necesario que siempre hubiese alguien despierto vigilando la entrada de la cueva en caso de que algún tigre diente de sable estuviera al acecho. Y aunque la idea de retornar al sueño polifásico se ha puesto de moda en los últimos tiempos, el modelo ideal para el sueño humano es el bifásico, un largo tramo durante la noche, junto con un descanso corto durante el día.
Los antiguos romanos eran durmientes bifásicos, en sexta (la sexta hora o el mediodía) todo el mundo se tomaba una pausa para descansar. De allí proviene el término siesta, una tradición que fue muy popular en países como España, pero que ha sucumbido en gran parte gracias al estilo occidental de hacer negocios.
Si bien el ritmo de la vida moderna evita que seamos los durmientes bifásicos que estamos destinados a ser, el deseo de tomar una siesta durante el día sigue cableado en nuestra biología. Estudios han demostrado que cuando las personas están en ambientes que carece de cualquier indicación sobre el tiempo, caen en el patrón "sueño largo por la noche / siesta corta durante el día". Por tanto, la mayoría de nosotros luchamos todos los días, uñas y dientes, contra el ritmo circadiano (del latín circa, que significa 'alrededor de' y dies, que significa 'día') natural de nuestro cuerpo, y eso causa estragos en nuestro bienestar, convirtiéndonos en una horda de zombies que sólo anhela café y más café.
A la mayoría de nosotros nos resulta casi imposible obtener suficientes horas de sueño en la noche, y la falta de sueño provoca una serie de enfermedades físicas y mentales que nos impide llevar a cabo nuestro mejor esfuerzo y disfrutar de la vida al máximo.
Si bien es cierto que una buena noche de sueño es esencial, una siesta diaria nos puede ayudar a resurgir, sobretodo cuando no estamos durmiendo lo suficiente. Y para aquellos que si duermen bien por la noche, tomar una siesta puede llevar el rendimiento de sus cuerpos y mentes al siguiente nivel.
Los beneficios de las siestas
Aumenta nuestro estado de alerta. Cuando tenemos los párpados demasiado pesados como para mantenerlos abiertos, definitivamente NO estamos haciendo nuestro mejor trabajo. Un estudio de la NASA encontró que una siesta de 40 minutos aumenta los niveles de atención en un 100%. Otros estudios han encontrado que una siesta de 20 minutos es más eficaz que 200 mg de cafeína o que una sesión de ejercicio. Otro estudio demostró que los pilotos a quienes se les permitió tomar una siesta de 25 minutos (mientras el copiloto manejaba los controles!) se adormecieron cinco veces menos que aquellos privados del reposo. También cometieron menos errores durante los despegues y aterrizajes. Los estudios han demostrado que si se divide el día con una siesta, los niveles de atención y energía para la segunda parte del día estarán tan altos como estaban para la primera.
Mejora el aprendizaje y la memoria. Las siestas mejoran la memoria de trabajo. Este tipo de memoria está implicada en el trabajo de tareas complejas donde hay que prestar atención a una cosa, mientras se sostiene un montón de otras cosas en la memoria. Dormir la siesta también mejora la retención de la memoria; durante el sueño, los recuerdos recientes se transfieren a la neocorteza, donde los recuerdos a largo plazo se solidifican y se almacenan.
Previene el agotamiento y revierte la sobrecarga de información. Aunque a menudo nos neguemos a tomar una siesta porque sentimos que tenemos mucho que hacer, los estudios han demostrado que trabajar horas extras sin descanso reduce drásticamente la productividad. Es mejor tomar una siesta de 30 minutos y regresar al trabajo renovado. Esto se demostró en un estudio en el que varios sujetos realizaron una tarea visual a lo largo de cuatro días. Con cada sesión sucesiva, el rendimiento de los sujetos disminuyó. Sin embargo, cuando se les permitió tomar una siesta de 30 minutos después de la segunda sesión, se detuvo el descenso en el rendimiento. Y después de una siesta de una hora, el rendimiento en realidad mejoró durante la tercera y cuarta sesiones.
Realza los sentidos y la creatividad. Según Sara C. Mednick, una importante investigadora del sueño, la siesta puede mejorar la percepción sensorial tan eficazmente como una buena noche de sueño. Dormir la siesta también mejora la creatividad porque promueve la relajación de la red de ideas contenidas en la mente y la fusión de ideas dispares.
Mejora la salud. La falta de sueño conduce a un exceso de la hormona cortisol en el cuerpo. El cortisol, conocido como la hormona del estrés, ayuda a lidiar con la respuesta de "lucha o escape". Pero el exceso de cortisol aumenta la intolerancia a la glucosa y la grasa abdominal, debilita el sistema muscular e inmunológico, obstaculiza la memoria y el aprendizaje, y disminuye los niveles de la hormona del crecimiento y la testosterona. Estos efectos nocivos pueden conducir a la diabetes y enfermedades del corazón. Al dormir, se libera la hormona del crecimiento, el antídoto para el cortisol, que lo que estimula el sistema inmunológico, prepara la función sexual, reduce el estrés y la ansiedad y ayuda en la reparación de los músculos y en la pérdida del exceso de peso. Dormir la siesta le da al cerebro la oportunidad de descansar y al cuerpo, la oportunidad de recuperarse.
Mejora el estado de ánimo. El neurotransmisor serotonina regula nuestro estado de ánimo, el sueño y el apetito; produce sensación de satisfacción y bienestar. Cuando nuestro cuerpo está estresado se utilizan mayores niveles de serotonina, lo cual bloquea su producción. Como resultado, podemos llegar a sentir ansiedad, irritabilidad, depresión y podemos terminar sintiendonos abrumados y se distrayéndonos con facilidad. Según Mednick, "una siesta baña el cerebro de serotonina lo cual revierte esos efectos y crea una perspectiva más positiva."
Ahorra dinero. En lugar de gastar dinero comprando bebidas energéticas o café, tomar una siesta nos ayuda a aumentar nuestro nivel de energía de manera natural y sin costo alguno!
CONCLUSION
Aprende a aceptar la importancia de las siestas: la tuya y la los demás. Dormir la siesta no es un defecto de carácter! Es una manera maravillosa de mejorar tu calidad de vida.
Via naturisima.net
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