Quizás ya lo has probado y lo has podido comprobar. Pero tal vez no conozcas la razón por la que, cuando mantenemos uno o ambos pies fuera del las sábanas de la cama, se duerme mejor. Lo cierto es que son muchos los que consiguen caer en brazos de Morfeo más rápido cada noche cuando hacen este truco. ¿Es tu caso?
Pero ¿Cuál es la razón? ¿Hay una base científica que lo explique? La comunidad científica ha realizado varias investigaciones sobre qué ocurre en nuestro cuerpo cada noche cuando nos disponemos a dormir. Al parecer, existe una relación directa entre el sueño y la temperatura corporal del cuerpo, como bien afirma por ejemplo Natalie Dautovitch, portavoz de la National Sleep Foundation y profesora de psicología de la Universidad de Alabama. Lo que ayuda a comprender, a su vez, porque en invierno solemos dormir mejor. No obstante, es cierto que todavía no existen investigaciones completamente serias sobre el hecho de que mantener las extremidades sin tapar durante la noche puede ayudarnos a dormir mejor.
Lo que si conocen a la perfección los especialistas en sueño es que, el proceso de dormirse implica que nuestra temperatura corporal descienda unos grados, llegando a alcanzar la más baja durante las fases de sueño profundo (hasta dos grados menos). Entendiendo este proceso, resulta lógico entender que, para dormir mejor, es importante disponer de un ambiente propicio para que nuestro cuerpo pueda realizar el proceso de bajar la temperatura adecuadamente. Es por ello que los expertos recomiendan que, para conciliar el sueño y evitar los despertares durante la noche, se mantenga un dormitorio fresco (entre los 15 y 22 grados aproximadamente). Pero, ¿Qué papel juegan nuestras extremidades en el proceso?
Según la especialista Natalie Dautovitch nuestras extremidades actúan como una especie de “radiador natural” ideales para regular la temperatura de nuestro cuerpo y conciliar el sueño correctamente cuando hace demasiada calor en el dormitorio. La principal explicación de este fenómeno es que la piel de nuestras extremidades, los pies y las manos, son algo distintas a las del resto de nuestro cuerpo. Pues, al no estar cubiertas de pelo y como se componen de unas estructuras vasculares específicas son capaces de expulsar el exceso de calor acumulado en el cuerpo de forma mucho más eficaz. Es por ello que la doctora Dautovitch clasifica las extremidades inferiores como radiadores naturales.
De esta forma, cuando sacamos un pie o los dos pies fuera de las sábanas o de la ropa de cama que nos cubre, especialmente en épocas de más calor, ayudamos a nuestro cuerpo a alcanzar la temperatura adecuada para conciliar el sueño más rápidamente y mantenernos dormidos durante toda la noche.
De forma contraria, puede suceder que en las épocas del año más frías nuestros pies se mantengan más frescos de lo normal. Lógicamente esto resulta muy incómodo y puede dificultar el hecho de conciliar el sueño. En este caso se recomienda reforzar la zona de los pies con una protección extra, como por ejemplo unos calcetines.
Via dormitia.com
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