Dormir bien, levantarse mejor

lunes, 18 de enero de 2016
Las personas que descansan lo suficiente presentan un buen estado de salud y bienestar emocional

La OMS reconoce 88 tipos de trastornos del sueño que afectan al 40% de la población occidental

Quizá nunca se lo haya planteado pero dormir es más importante de lo que pensó alguna vez. Todo ser vivo necesita descansar para sobrevivir. Y dormir es tan fundamental como comer o cualquier otra función biológica básica.

El sueño es un período fisiológico de reposo que permite al cuerpo y a la mente descansar y restablecerse. En este proceso el ser humano invierte nada menos que un tercio de su existencia y es, además, una de las actividades que más repite a lo largo de ésta, día a día, noche tras noche. Cuando se presentan problemas durante el sueño las repercusiones no se hacen esperar en la vida diaria, llegando incluso a condicionar la calidad de la misma y afectando al organismo.

¿Por qué es importante dormir?

Solamente aquellas personas que descansan lo suficiente se mantienen física y psicológicamente sanas, ya que en este período el organismo recupera y procesa información valiosa que posiblemente relegó durante la vigilia. "El sueño es esencial para el aprendizaje, la memoria, el mantenimiento de los circuitos neuronales y la metabolización de algunos valores agotados mientras estábamos despiertos", explica el Dr. Juan A. Pareja, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Quirón de Madrid. "Estar en vela tres días y luego dormir los tres siguientes no funciona, ya que el cerebro necesita descanso a diario", añade José Antonio Luengo, vicesecretario del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid.

La cantidad que se necesita dormir varía según la persona y la edad. "Un bebé puede reposar de 11 a 18 horas, un niño de cinco años puede pasar en la cama de 10 a 11, un adulto descansa con 7 u 8 y una persona mayor tendrá suficiente con 4 o 6 horas de sueño". Pero el descanso nocturno, sin embargo, no está determinado por el número de horas de sueño sino por su calidad. No sólo dormir es esencial, sino hacerlo bien. Se considera que "el sueño es reparador cuando uno se despierta fresco, lleno de energía, con sensación de haber descansado y se mantiene operativo durante toda la jornada", comenta Pareja.

Para conciliar el sueño y que éste sea bueno, los expertos aconsejan evitar algunos hábitos (irregularidad de horarios, bebidas estimulantes, condiciones ambientales desfavorables, etc.) y así "llegar a la cama con la mente lo más sosegada posible", comenta el psicólogo. Es básico identificar las razones que impiden el reposo para una adecuada higiene del sueño.

La siesta, por su parte, explica Luengo, "es fabulosa para desconectar aunque si es muy larga dificulta el sueño después".

Graves consecuencias

Dormir mal o no hacerlo lo necesario puede convertirse en el mayor enemigo de la salud. "Además de cansancio y dificultades para rendir física y mentalmente, en los adultos se produce somnolencia que puede tener consecuencias graves como accidentes o errores. La irritabilidad y la depresión también son resultados frecuentes. Mientras que los niños suelen estar irascibles y llorones durante el día. Además, cuando duermen segregan la hormona del crecimiento, lo cual abunda en la necesidad de dormir bien en la infancia", expone el doctor Pareja.

Al margen de los efectos negativos durante el día -agotamiento, falta de energía, cambios de humor, irritación, estrés, ansiedad, desánimo, etc.- que puede implicar un sueño insuficiente, la mayoría de las personas desconocen las graves consecuencias que a largo plazo puede generar la falta de sueño.

El Instituto de Medicina del Sueño de Valencia advierte que "a partir del tercer día sin descanso hay riesgo de alucinaciones y locura transitoria. Los estudios, además, demuestran que las probabilidades de sufrir alguna enfermedad psiquiátrica aumentan en un 40% cuando los problemas para dormir se vuelven crónicos".

"A nivel fisiológico, repercute en la habilidad para procesar la glucosa, lo que puede provocar altos niveles de azúcar en la sangre y favorecer la diabetes o un aumento de peso. Asimismo, provoca la disminución de la temperatura corporal basal, responsable, entre otros factores, de la constancia del ritmo cardíaco. Por lo tanto, en estas circunstancias pueden observarse arritmias o paradas cardiorrespiratorias nocturnas", continúa.

Problemas de memoria, dolores musculares, sistema inmune debilitado, pérdidas de tejido cerebral, envejecimiento prematuro o falta de coordinación o de concentración son otros muchos males que puede causar.

¿Cómo se ve afectado?

En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce 88 tipos diferentes de trastornos del sueño -el insomnio es el más habitual- que afectan a un 40% de la población occidental. El insomnio crónico perjudica al 8%-10% de las personas adultas, mientras que el transitorio -aquel que se mantiene durante varias semanas y luego remite- lo padecen cerca de un 30%. Están también entre los desórdenes más frecuentes "el síndrome de apnea del sueño (3%-7%), los terrores nocturnos y el sonambulismo (2%-6%) y el síndrome de las piernas inquietas (5%-10%), entre otros", cuenta el doctor.

Aunque estas alteraciones se muestren de manera muy similar, -complicaciones para conciliar el sueño y mala calidad del descanso-, las causas pueden llegar a ser físicas (trastornos metabólicos, genéticos, cardiovasculares, respiratorios, etc.) o psicológicas (estrés, depresión, ansiedad...).

Hoy en día, gracias a los avances científicos y su enfoque multidisciplinar, "aunque cada patología tiene su causa específica, éstos trastornos son fácilmente diagnosticables con métodos convencionales y en general tienen un tratamiento sencillo y eficaz", dice Pareja. Por su parte, la psicología "promueve una reconsideración sobre la clase de vida que se lleva. Y trata de dotar al individuo de técnicas que le ayuden a desechar las preocupaciones, el estrés y la hiperestimulación en general", añade Luengo.

Otras personas, para paliar los síntomas de ciertas alteraciones como el insomnio, recurren a métodos naturales como la valeriana, la pasiflora, la tila, hierba Luisa, melisa, etc. "Son productos naturales, reconocidos por la comunidad médica y farmacéutica y aceptados por las autoridades sanitarias como útiles para ayudar en la conciliación y el mantenimiento del sueño", expone Pareja. Sin embargo, los fármacos siempre deben ir bajo prescripción médica.

ViA elmundo.es

0 comentarios:

Publicar un comentario